El mundo al otro lado del espejo.

9.1.10

Non-sense


Despierta, no duermas, cierra los ojos, no los abras.

Muere, respira contra la almohada, desaparece, no vuelvas más.

¿Esperanza? Eso no existe.
¿Sueños? Nuestra vida está basada en ellos.
Los detesto.

Apaga la luz, miénteme, aterrorízame.

Me encargo de tu tortura, y a la vez de la mía, que la vida se me va tras la mirada.
Y te lo tienes merecido.
Tus lloros no hacen más que aumentar mi odio.

Te detesto.

Y a tí.
Y a tu risa falsa.
Y a tus intentos de ser algo interesante.
A tu fracaso.
A que me aburres, me desesperas, me cansas, y me matas.
Y a los recuerdos.
Y la apatía.
Y a que cualquier noche agarraré el balcón por banda y volaré lejos de todo esto, de todos vosotros.

Porque ya estoy muerta.


Noto el latido de mi cerebro, resonando en dolorosas palpitaciones, haciéndome sentir como si los ojos se me fueran a saltar de sus cuencas, trastornando mi realidad y haciéndome odiar hasta el más mínimo detalle.

Aquí no hay Naia, aquí no hay monería, aquí sólo hay desesperanza.


Y, si te das por aludido, es que no has entendido nada.

2 comentarios:

  1. Una forma interesante de desfogarse, sin duda.

    Podría ser un poco más poético, pero entonces a lo mejor perdería la fuerza, la voz desgarrada que quieres liberar.

    A mí estas cosas me calman tanto como llorar... Bueno, mejor dicho, sustituyen mi llanto. Ya me conoces, <=)

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  2. Joder. El problema es que lo entiendo todo. Y me doy por aludida porque yo en mi día me escribía lo mismo. Y porque en realidad me lo sigo escribiendo.

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