Tan sólo habría que recapacitar a tiempo, y escuchar las palabras que salen de mi boca antes de que cuelgue el teléfono y me ponga a llorar, otra vez.
Todos tenemos nuestro orgullo, pero hemos de ser capaces de tragarlo cuando toca y no dejar que enfríe o estropee las cosas que más queremos.
Sí, estoy en ello...
El orgullo puede jugar muy malas pasadas. Sin embargo, dependiendo de cada relación, hay opciones de que quede relegado a un segundo plano si se ponen otras cosas por delante. La sinceridad y la confianza son claves en eso: cuando hay eso de por medio, y cuando lo hay de verdad, el orgullo no existe.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
El orgullo siempre existe y siempre estará presente, la cuestión es saber cuándo hay que quitarlo de en medio.. y si se quiere hacer.
ResponderEliminarPor suerte, aunque en mi relación ambos seamos orgullosos, sabemos compaginarlo.