Tú me rehuías. Casi me odiabas... por haberme ido.
No lo sé, lo único que recuerdo con claridad es que me moría por volver a tu lado, y tú me recibías con los brazos abiertos, después de tanto tiempo.
Echándonos de menos.
Me he despertado con un amago de lágrimas en los ojos."
Naia se incorporó en la cama. No pasó un minuto antes de que una mano le acariciara el trozo de espalda que tenía sin cubrir mientras le decía "Ven aquí".
Volvió a tumbarse. Él la abrazó por detrás.
Cerró los ojos, y la lágrima cayó.
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