Y no la aprovechaste.
Durante un breve período de tiempo, mantuve una herida abierta, necesitada de atención.
La intentaste sanar un día.
Y ya no te vi más.
Probablemente, no, seguramente no fue aposta.
No quisiste que me desangrara sola.
Esperaste mi llamada.
Pero si te hubieras parado a pensar, te habrías dado cuenta de que eso no iba a ocurrir.
Tampoco fue adrede por mi parte.
Simplemente, no tenía cobertura. Toda yo. Entera.
Y precisamente ese al que han llamado horrible fue quien sanó la herida que él mismo (con mi ayuda) había provocado.
Así que, tuviste una oportunidad.
Y no te diste cuenta.
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