El mundo al otro lado del espejo.

21.6.10

El último del paquete.

Tenía mucho por delante, pero la apatía la dominaba sin compasión.

Sentía que había cometido muchos errores, y que era normal siendo un ser humano, pero que aquellos le habían dejado la vida... vacía.


No sentía ganas absolutamente de nada.
De hecho no sentía nada.

Cada día era una sucesión de horas que resbalaban sobre su piel, pegajosas, insoportables, interminables.

Se quedó frente a la pantalla apagada del ordenador, esperando al amanecer para fumarse el último cigarrillo del paquete.

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