Pero es que estoy harta. Harta y cansada.
Me da la impresión de que no vives en mi misma realidad.
Pronto me habré ido. Me habré ido para siempre.
Y tú seguirás escribiéndome en un idioma que paeces creer que no entiende nadie más, y me hastía verte luchar una y otra vez por nada, insistir como un tonto después de haber hecho tonterías.
Abre los ojos de una puta vez, no estoy hecha para tí ni tú para mí, y ninguno de los dos hemos tenido nunca un amigo de verdad.
Y me cansaré cuando vea tu respuesta desesperada, o tal vez desinteresada, o para mi sorpresa, no la haya.
¡Ojala! Ojala te des cuenta por fin de que el juego terminó, y que sólo nos quedan los murmullos de las melodías con que cada uno recuerda al otro.
Y es así porque ambos, inconscientemente, lo decidimos, y no merece la pena que lo niegues, porque volverás a ser patético, como siempre Como siempre que te niegas a tí mismo que yo ya no estoy ahí. Como siempre que te convences de que, por arte de magia, mis días se alargarán y llegaré a vieja.
¡Pues no! ¡Hazte a la idea, joder!
¡Me voy a morir, y pronto!
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