El mundo al otro lado del espejo.

4.4.10

Inocencia corrompida.


Lo más probable es que un niño de doce años no tuviera ni la más remota idea de lo que sus palabras podían provocar en su hermana pequeña.
Le llenó la cabeza de pájaros, por así decirlo.

Me quedé un par de horas leyendo ese libro que encontré, sólo por el hecho de que en la primera página blanca había una dedicatoria a mi nombre, firmada por una persona ya fallecida.
Pero el final es el mismo, y es que el pequeño ángel se suicida lanzándose al vacío desde lo alto de un depósito de agua.

"Vi sus alas, y se reunió con el buen Dios", dice su hermano.
Pero nadie dice la verdad, que Hanna se precipitó hacia el suelo, convirtiéndose en una masa de sesos esparcidos por el asfalto, frente a la mirada atónita de los que estuvieran allí.

Y no puedo evitar pensar en Naia cada vez que veo la ilustración de la tapa del libro en cuestión; en Naia y en su inocencia pasada por años, que ahora podría hacer una descripción con todo lujo de detalles de la macabra escena.

¿Divinidad o tragedia?
Si buscas una explicación celestial, quédate arrodillado en tu iglesia, charlatán.

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Dímelo.