
La noche estaba tranquila.
Le sorprendió ver estrellas en el cielo de ciudad.
Dio un par de caladas más al cigarrillo y sintió que se mareaba. Se apoyó contra la pared y terminó de apurar la colilla.
Le temblaban las piernas, así que se sentó y echó la cabeza hacia atrás, viendo las nubes pasar rápidamente y dejando que el suave frío le acariciara el rostro.
Cerró los ojos y respiró hondo.
De pronto, todo comenzó a dar vueltas. Empezó a reírse sin motivo aparente, con un deje de histeria, hasta que se levantó y decidió volver a entrar en casa.
Se encontraba francamente mal; la angustia se apoderaba de su estómago mientras un sudor frío le recorría todo el cuerpo.
Se fue deprisa al baño y, como era de esperar, vomitó en el lavabo, sujetándose el pelo con una mano y echándose agua con la otra.
Una vez calmada y limpia, levantó la vista hacia el espejo y se miró a los ojos.
"¿Quién eres tú...?"